El sindicalista infiltrado
Santiago Barrigón, director financiero en Deutz Diter entre 1995 y 2008, escribe este artículo sobre Hartmut Meinecke, quien fuera director general de DEUTZ e Hijo Adoptivo de Zafra fallecido en 20214
Santiago Barrigón
Jueves, 4 de septiembre 2025, 10:09
El presidente se anudó la corbata, se despidió de su mujer, quien preocupada le interpeló por su enésimo viaje a Zafra. La respuesta debió sorprenderle; «esta vez voy a triunfar» y recordó, en un fugaz flashback los otros viajes, las otras reuniones, los mil esfuerzos, los infinitos sinsabores de los ochenta, el aval «milmillonario», en los años de plomo de «la Díter», que perdiera en el camino novecientos empleos y miles de millones.
Pero ese triunfo de hoy, que se empezó a labrar en los años de plomo, se debía a la gestión heroica, valiente, decidida y magistral de Hartmut Herbert Albert Meinecke, berlinés nacido justo cuando las tropas soviéticas liberaban la capital alemana.
Meinecke asumió la dirección de la fábrica segedana, ya sin la fundición, en 1992, con una plantilla de 231 trabajadores desmoralizada y abatida tras más de una década de sufrimientos y mal gobierno.
Apenas diez años después, recibía a Juan Carlos rodríguez Ibarra liderando a más de cuatrocientos cincuenta «colaboradores» (mittarebiter en alemán, como les llamaba, tras haber conseguido inversiones por valor de 60 millones de euros y septuplicado las ventas. El acto se desarrolló en las propias naves de la fábrica, con presencia de toda la plantilla, el Comité, la Dirección, el presidente de la Junta, su eficaz y discreto consejero de Economía Manuel Amigo Mateos y Jaime Ruiz Peña, director general de Promoción Industrial.
El último en intervenir fue el presidente, quien empezó su intervención relatando esa anécdota con la que comienza el artículo, para a continuación comentar, no sin cierta retranca, que era la primera vez que los trabajadores aplaudían más al gerente que al sindicalista (*). Y es que realmente Meinecke actuó en defensa siempre de los trabajadores, de sus familias, procurando por asegurar la existencia de la fábrica por muchos años, no sólo durante el periodo de su mandato que, por razones de edad, no podría extenderse más allá de algunos pocos años, Su voluntad indomable acompañaba a su visión estratégica y su infinita capacidad de anticipar y conocer los movimientos internos corporativos, siguiendo los pasos de Fernando el Católico (¿inspirador de El príncipe maquiavélico).
A esto se unía su valentía y su inmensa capacidad dramática para presentar sus proyectos y defender su gestión, con rigor y con hechos ciertos y datos contrastados (y con una memoria prodigiosa) ante la todopoderosa presidencia del grupo, como pude presenciar de primera mano.
Meinecke nos abandonó recientemente, pero su aportación a Zafra y Extremadura aún permanecen. Si Cervantes proclamó la verdad sin trampa de que un hombre no es más que otro si no hace más que otro, Meinecke lo fue en grado superlativo. Descanse en paz.
(*) El sindicalista-no-infiltrado y presidente del Comité, Manolo Tomillo, también fue calurosamente aplaudido (N. del Autor)
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