Juan Carlos fernández
Domingo, 1 de enero 2017, 07:51
1966 fue en lo político un año clave para España. Señalamos dos motivos de peso suficiente: el primero, el intento de adaptación del régimen del general Franco a los nuevos tiempos con la aprobación de la Ley Orgánica del Estado, sometida en diciembre a referéndum y, como era de esperar, abrumadoramente aprobada en la consulta.
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En realidad, mucho tenía de cosmética la ley y, a la postre, y parafraseando a Juan Antonio Ortega y Díaz-Ambrona, lo que se pretendía era cambiar (algo) el régimen, nunca cambiar de régimen. Cierto es que algunos tímidos avances se produjeron, pero aún faltaban algunos años para que en España se atisbara la posibilidad democrática.
El otro hito fue la Ley de Prensa promovida por Fraga, que dotaba de transparencia, ma non troppo , al régimen. No era lo que en una democracia se esperaría, pero algo de aire fresco trajo aunque no faltaron las multas y secuestros de algunas tiradas de periódicos, e incluso el cierre de alguno. Empero, consultando las hemerotecas puede el curioso lector constatar que algo había cambiado: de hecho se hizo célebre un chascarrillo que daba cuenta de la cierta manga ancha que venía imponiéndose: Con Arias Salgado [anterior ministro de Información y Turismo] todo tapado. Con Fraga, hasta la braga. Ya pegados al terruño, 1966 no tuvo menor importancia en Zafra.
En enero tomó posesión como alcalde Francisco Luna, tras un interregno inexplicado de cuatro meses desde el fallecimiento de Antonio Chacón. Y, en seguida, ocurrieron algunas cosas de profundo calado que no tienen que ver con sus gestiones, porque venían de atrás, pero que le correspondió llevar a cabo y que durante su mandato, en lo que le correspondió, engrandeció. Citaremos la primera edición de la Feria Regional del Campo Extremeño y la concesión oficial del Parador de Turismo. Ciño hoy mi interés a este último, por suponer un hito fundamental en el camino del desarrollo del potencial turístico local.
Aunque parecería más ortodoxo conmemorar la inauguración del parador en octubre de 1968, dado mi manifiesto interés por los procesos político-administrativos quiero tomar como punto de partida esta fecha para aclarar algunas cuestiones, por si el paciente lector siente curiosidad. Vamos a ello. La idea no es de Luna. Tampoco de Antonio Chacón, como se ha dicho en ocasiones.
La primera noticia que he encontrado hay que fecharla en 1954, cuando el exalcalde Antonio Zoido, siguiendo la opinión de algunas autoridades provinciales, sugería la idea de establecer un parador. La primera petición oficial, de consuno con el criterio del delegado provincial del Ministerio de Información y Turismo, se cursó en 1959 por el alcalde Manuel Álvarez Suero, que había iniciado gestiones tres años antes.
Es decir, que la cosa venía de lejos. Antonio Chacón tuvo que ocuparse de remover los obstáculos, que no fueron pocos: cuando todo apuntaba favorablemente al proyecto, en julio de 1963 el Ministerio arroja un jarro de agua bien fría. Negaban la conveniencia de un parador en Zafra porque la ciudad estaba alejada de la nacional 630, carretera que aportaba el suficiente tráfico para allegar posibles huéspedes, y porque ya existía el de Mérida y en Badajoz se gestionaba un proyecto hotelero de envergadura. Así, Zafra, más que se un complemento de la red de paradores, se convertiría en una interferencia. Pero Chacón no se plegó a esos argumentos y con el apoyo del gobernador, Francisco Santolalla, siguió actuando en pasillos y despachos. Y lo hizo con eficacia y en cosa de meses.
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Así, en diciembre Fraga comprometía la instalación del parador en Zafra, cambio de opinión que encuentra su explicación, en palabras del ministro, en la necesidad de potenciar la ruta hasta Huelva, que convenía jalonar con algunos paradores. El ministro-exhalación vino a Zafra en junio de 1965, y en febrero de 1966 el Consejo de Ministros dio el visto bueno al proyecto. Inmediatamente se publicó en el Boletín Oficial de Estado el anuncio de licitación, por veintitrés millones y medio de pesetas. Para entonces, Antonio Chacón llevaba cinco meses fallecido, y Luna uno como alcalde.
El Parador fue el primero de una serie de establecimientos adaptados a los tiempos modernos, que después irían surgiendo en la localidad. Se inauguró en 1968 y, en 1975, lo hizo el hotel Huerta Honda, otro referente local. Y en torno a ellos, y al rebufo del devenir turístico, la oferta hotelera y gastronómica de Zafra es un notable complemento de la monumental y cultural. Quienes en los años 50 pensaron en estas posibilidades; quien inició las gestiones y quien las remató, tuvieron una innegable visión de futuro.
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Hoy, Zafra es lo que es en gran medida por lo que supuso el Parador como catalizador del afán turístico local. Por eso me parece oportuno rememorar, aunque someramente, su génesis en el año en que se cumple medio siglo de su concesión administrativa.
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