

David Apolo García
Domingo, 9 de marzo 2025, 19:33
La física es una ciencia natural que se ocupa del estudio de todos los componentes del universo, la energía, la materia, el espacio y el tiempo y de cómo interaccionan entre sí. Muchas son las ramas que estudian aspectos concretos de esta ciencia, siendo una de las principales la física de partículas, centrada en la investigación de las partículas subatómicas y en explicar cómo es su interacción. Un trabajo que la zafrense Sara Benítez Berrocal, doctora en Física, lleva realizando ocho años en el Acelerador de Partículas del CERN (Consejo Europeo para la Investigación Nuclear), el laboratorio de física de partículas más grande del mundo, situado en la frontera franco-suiza (cerca de Ginebra).
«Hay estrellas que están a años luz de aquí», frase de un libro que tenía su madre, fue la que le despertó su interés por el cielo, los cuerpos celestes y el universo: «Salía por la noche a la terraza con un mapa de las estrellas y observaba las constelaciones. Sabía que me gustaba eso, pero lo que no sabía era que tenía que estudiar Física para eso», ha indicado.
Su etapa formativa empezó en el colegio Pedro de Valencia y de ahí fue al Instituto Cristo del Rosario, en el cual «tuve que entrevistar a alguien relevante para una redacción. Escogí a una persona del campo de la Medicina, le comenté mi afición por el universo y fue el que me dijo que estudiara Física». Hizo la carrera en la facultad de Ciencias de Badajoz y después estudió un máster en la Facultad de Ciencias Físicas de la Universidad Complutense de Madrid, donde realizó sus prácticas en el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA). Tras estar allí con una beca de dos años, en su búsqueda de empleo «eché para el CERN por intentarlo, pero jamás pensé que me iban a llamar y aquí estoy», ha comentado.
Fundado en 1954, el laboratorio CERN lo forman 23 estados miembros. Los instrumentos que se utilizan son aceleradores y detectores de partículas especialmente diseñados. El Gran Colisionador de Hadrones (LHC) es el acelerador de partículas más grande y potente del mundo, que consiste en un anillo de 27 kilómetros de imanes superconductores con una serie de estructuras de aceleración para aumentar la energía de las partículas a lo largo del recorrido. Este proceso permite ver cómo interactúan dichas partículas y comprender mejor las leyes fundamentales de la naturaleza, ampliando los límites del conocimiento humano y profundizando en los componentes más pequeños del universo. El laboratorio está dividido en varios departamentos y a su vez en diversos grupos y secciones. Sara Benítez se encuentra en el Departamento de Sistemas, dentro del subgrupo que se dedica a la instrumentación del haz de partículas: «Nos encargamos de que el acelerador funcione correctamente y de que todos los parámetros estén alineados con todo lo necesario para que luego los experimentos salgan bien», ha explicado. Una labor que le encanta y que le permite explotar su faceta como investigadora, pero también «un reto continuo en el que tienes que aplicar todos los conocimientos aprendidos. Una de las partes más difíciles es intentar abrir la mente y ver un problema desde diferentes perspectivas. A veces no sabes por qué no funciona algo y no tienes un libro de instrucciones para ver qué pasa», ha confesado.
Amante del teatro, la lectura, los festivales de música y el deporte, apuesta por la divulgación y el fomento de la ciencia, poniendo siempre como referentes a sus profesores y profesoras. Así lo hizo en una charla el pasado viernes 7 de marzo en el colegio Germán Cid de Zafra, durante su 'Feria de la Mujer y la Niña en la Ciencia'. En ella explicó al alumnado cómo es su trabajo, realizó experimentos y les dio un valioso consejo, que ella misma siempre ha aplicado (y lo sigue haciendo) en su vida: «Una clave para crecer en conocimiento y en inteligencia es la curiosidad. Es lo que me ha ayudado a aprender un montón de cosas. Quitaros de la cabeza el 'yo no puedo' y que nadie os diga que no podéis. Siempre intentadlo», les aconsejó.
Su llegada a Suiza le hizo abrir la mente y superar algunos miedos, como a las alturas: «Ahora escalo y hago parapente. Mis amigas flipan cuando me ven en las fotos», ha dicho entre risas. Aunque lleva ocho años de su vida trabajando en el CERN, «a día de hoy sigo sin creérmelo». Y a pesar de estar alejada de Zafra, «que para mí significa familia y amigos», ha subrayado, continúa superándose a sí misma y demostrando que cualquier persona puede llegar a conseguir sus propósitos, siempre con dedicación y trabajo: «Me he quitado de muchas cosas, pero sabía que era un sacrificio que merecía la pena. Y ahora me alegro muchísimo», ha finalizado.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
La explicación al estruendo que sobresaltó a Valladolid en la noche del lunes
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.